A veces nos complicamos el vivir aguantando las cosas y las palabras debajo de la garganta, en vez de decirlas aunque hagan lo que hagan por efecto; daño, transformación, decisiones, varios.
Aguantar los misterios, secretos y miedos nos hace evidentes. Uno, solo espera sentado, con paciencia, a que esa boca pronuncie lo que ahí aguarda.
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