29 ene 2018

188° Pasaje

Llevo horas en un despertar profundo ante el ego. Ese que arrastra a los hombres al abismo más indeseado: tener certeza de sabérselas todas y cada una, de la vida y la muerte, de sus aciertos. Me saca de quicio escuchar a ese hombre decir: sí, lo sé. No hay dudas de él, no hay capacidad de asombro, su sangre es fría. No lo ve.

En estas horas, otro despertar acontece en mí ante el espejo. Ese otro que me deja absorto, no me desnuda, no me interpela, no me arrastra ni enamora, solo me invita a caminar el jardín frío del corazón. Me saca del lugar de la palabra. Me extrae la lengua como danza balinesa. Es un semidiós inundado por dudas, temores y afán. Es semidiós porque es terrible y su condición humana es terrible. Su sangre es tibia. Lo ve.

Hay que despachar cuerpos y corazones como si fuese el repartidor de periódicos. No con la acción de entrega, sino con la acción de expulsión, de abandono. Me harta la sombra que vive de mi Luz. Me harta ese cuerpo asombrado que vive de mí y luego me inculpa por mis errores. Yerro, sí. Pero vives de mí. De la fuente. Hay un triángulo que traes, cobarde. No seré quién habite tu estrategia de supervivencia, tu estratagema darmática.

Habitar la soledad implica encuentro con el ego y el espejo. Es la preparación al encuentro con el sensei y del mago, la vestidura y la investidura, portar la katana y el báculo luego del entrenamiento necesario. Es la presentación del terreno de guerra, pensar que se está en ella, cuando agotado y destruido ya, cuando arrojado se yace en el suelo, cuando reinan la deshonra y la confusión, ahí inicia la preparación de la investidura para la guerra. Ese irremediable encuentro con el ego y el espejo. Diez años de mi andar para comprender esto. Gracias, José Miguel.

Sus nombres y sus acciones son señales cósmicas; sagradas o profanas, o ambas, pero cósmicas en el fondo de esto. La dicotomía occidental me harta, me hartó y me hartará. No pretendo elegir entre uno y otro, entre la "certeza" engañosa de quién todo lo sabe y la "certeza" arrogante de quién todo lo pretende. El espejo interviene deus ex machina ante el cuerpo adolorido para agudizar su pesar al encuentro con la Luz que nos habita. Si no, qué entonces.

Es necesario el si no, Odiseo.

7 ene 2018

187° Pasaje

Sobre los cinco misterios del rosario de mi cuerpo


Hace poco, entre finales del año 2017 y principios de 2018, escribí —parodié según los postmodernistas— sobre los bordes o debilidades, incluso oscuridades, de eso que llaman masculinidad, ser hombres y más, estar torcidos, con la yuca amarga o la fruta podrida. Intenté nadar entre los misterios de nuestros  cuerpos y humores masculinizados rumbo a la feminización de estos por el hecho de pensarlos y meditarlos. Estamos hechos de dudas, los hombres nos sentamos sobre dudas. Seamos torcidos o enderezados, porque nacido correcto no lo fuimos. 

Los misterios son cadenas de dudas densas sobre nuestras sensaciones no escuchadas. No obstante, habrá una minoría, una media o un sector que haya logrado palpar ampliamente su misteriosa entereza masculina, y haberse permitido que le temblara la cultura, los tejidos y la moralina de mujeriego y de hombreriego, machista y libérrimo al fin y al cabo. Seamos de esta última banda liberada o de la otra alienada, caminamos con dudas, nos pensamos con dudas, el no sé nos atraviesa y paraliza frente al cuerpo de mi igual.

¿Qué palpita en ese hombre que recién ha hecho el amor? ¿Cuál amor? ¿Amor bestial? Volteo esa pregunta del libertino Chino Valera Mora. ¿Qué palpita en las entrañas de ese hombre hetero conquistado por un hombre homo? Dónde está la traición y el traicionero. El abismo de las dudas se abren entre sus miradas, sonrisas sonrojadas y necesidad de escuchar (?) la mente (?) del otro. Pareciera que ellos quisiesen escucharse sus culturas, la cultura del otro: qué hace, qué piensa, ese anillo que le pesa, esos tatuajes que lo distinguen, uno rígido y sudoroso, el otro jueguetón que no deja de parpadear y sonreír.

Hay que rezar el rosario de vez en cuando. Rezarnos el cuerpo, llevar las cuentas de los esquineros, de las curvas, de las caricias, de las dudas y los gemidos. Hay una hermenéutica de las pieles, de eso al menos se intentó en este andar. 

4 ene 2018

186° Pasaje

Anunciación de un No País

Quinto misterio

 Negarse
Decirse no puedo
Desconocerse
Humedecer el espejo
Desdibujarse
Marearse de tanto pensar
Perder el filo
De la idea
De la cosa
Del trazo
Negarse
Asustarse
Engullirse
Oscurecerse
Negarse

Eso
Se habita.