28 oct 2009

41° Pasaje

"Seas quien seas, mires donde mires
mi rara y extraña figura,
tus labios sonríen
y todo tu rostro derrama hilaridad
No te das cuenta al mirarme
de la fealdad que me hace sentir bella.
Tampoco sabes como la fealdad
puede superar a toda belleza”



Don Gregorio Comanini,
ante el cuadro “Vertumno” de Giuseppe Archimboldo (hacia el año 1590)

5 oct 2009

40° Pasaje

Sobre Wilde y tu


Una vez hablé con Wilde sobre ti. Hablamos por largo rato. El cantinero creía que yo era un amante más de Wilde. Triste por él, yo era el amante de otro amante. Wilde que no sabía nada de mí, sabía mucho sobre ti. Él me había recibido con los brazos abiertos, como un buen amigo y me dijo, "léete esto y aquello, y verás cómo podrás amarlo olvidándolo". Mi rostro perplejo no descansaba de su expresión de molestia y placer. Un rostro ambigüo. Esos que tanto provoca Wilde cuando hablamos. Me trato como un coleto cuando me dijo que no leiste ni siquiera los trece "poemillas"... Así suele hablar Wilde. "Amigo, desisto, ese hombre lo amo, pero amo al vacío..." allí, justo en esa palabra me detuvo Wilde con su mano sobre mi boca. Él me dijo con leve sonrisa que el vacío es la primera cita del amor y luego, la misma rutina de siempre, hasta que flote esa pasión. "Todo será igual"... "viaja, Luis, viaja... viaja lejos, viaja a las montañas, vete a los desiertos, huye lejos... pero viaja" Todavía resuenan en mí las palabras de Wilde, su mirada, su enorme sonrisa, su gesto del "viajar". Wilde, querido y amigo mío, extraño nuestras conversaciones. Extraño que me hables de él, extraño aquellos momentos cuando sabía algo de él. Wilde, por qué te fuiste. Necesito que me hables de él. Ha pasado tanto tiempo. Mucho tiempo desde que te fuiste. Ya el bar y el cantinero no son los mismos. En esta vida no se puede vivir de cartas y misivas. Sólo espero que vuelvas, amigo Wilde. Y así sabré algo -así sea muy poco- sobre él. Amigo, desde nuestra última conversación han pasado muchísimas cosas. Tantas que ni Orión ni Neptuno tienen cabida para lo vivido hasta hoy. Y vaya que me dejaste tu diario de alcoba antes de irte. No sé qué podría haber hecho. Lo pensé, pero ahogarme en licor no fue una muy buena salida. Me encerré en tus páginas. Amarillentas páginas. He cuidado mucho tu diario. Pero de nada me sirve vivir de páginas, de papeles, de mí. Ansío tu llegada, amigo Wilde. Mis manos han cambiado. Estoy un poco más grande y más viejo. Joven viejo, como siempre. Viajaré pronto. No sé cuánto pueda resistir. Pero lo haré por nosotros, por nuestras conversaciones.

Sin más,


Luis
tu joven

4 oct 2009

39° Pasaje

Por hoy el agotamiento ha sido abrumador. A pesar de las horas que dormí por la mañana, no he logrado detener estos pensamientos. Deseo respirar un poco, pero giran en mí muchos axiomas y palabras en búsqueda de definición. La situación es desfavorable. El panorama nada alentador. Rememoro imágenes e íconos para lograr deconstruir mi mente, por lo menos intentar desmontar esa imagen de mí que han hecho y que poco a poco –al pasar de los años desde mi nacimiento- he permitido. Suelo dejar que pase el tiempo, pero esta vez he sido valiente para confrontar estos pensamientos. Me parece esto a la muerte. Y ese concepto y esa reacción que le tienen a la muerte, deberían tenérsele a la vida. Consiento este agotamiento por mi propio cuerpo. Órgano distinto a la mente. Consentimiento que no se traduce en amor o lástima, sino en silencio. Por hoy no he sido yo. No he logrado permear las palabras que puedan y logren constituirme en sujeto. Caminar ha sido un gran alivio para este cuerpo, pero no para esta mente. Espacio, esta mente, que procesa sin descanso. Lleva meses así. Lo entiendo, pero no entiendo a dónde llegará. Logro ordenar este mundo que llevo dentro. Pero la ansiedad devora. Por hoy, la mente devora con frialdad a su sujeto.