La silueta de la psique es el pestaño incesante, que atrapa e inquieta en su movimiento. Nos aborda, nos sostiene, nos incita a revisar meticulosamente su movimiento. No obstante, cuando ese pestañeo adquiere cuerpo, subjetividad y lengua hablada, pues no queda de otra que ser espectador de tal hecho. Suspicaz, por demás.
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