Atravesamos. Bueno, atravesé con el maestro Juan Carlos Linares por el umbral de la danza de la Oscuridad. La danza del sí, del ensimismamiento de nuestro temblor corporal. Aprendimos a soltar el patrón y a escuchar atentamente al ego dislocador. Se nos partió la velocidad postmoderna de vivir acelerados. El cuerpo, mi cuerpo, se despertó. El siglo XXI me lo tiene castrado y entumecido. Enfriado y amargado. Me dolía hasta la soledad. Una instancia de la psique indescriptible hasta se manifestaba en incomodidad corporal.
El cuerpo, en definitiva, es una instancia de apelación.
Parte 1
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