Escritura sin el tiempo es la tarea que me asignaron mis abuelos y
mis abuelas. Amar sin el menor de los prejuicios, querer con el mayor de
los deseos, anhelar con el mayor ímpetu. Esas son las reglas del juego
de vivir, me decía mi abuela. Es arriba y es abajo, es sincero y es
certero, vive sin el tiempo, o por lo menos que el tiempo no te acose.
Así
llegas, sin el tiempo, sin la medida del acoso que todo se acabará, sin
el típico drama, sin el dolor en los ojos. Llegas galante, sincero. Con
la pasión en las caricias, con el sufrimiento superado, con la mirada
en clave de amor. Sonrisas.
El sol nos empuja a jugar y a
desposar el tiempo. Sin la menor duda, ha madurado la fruta, ha obtenido
su jugo, su mejor color, su extraño olor. Fermenta entre besos.
Dudo que habrá dudas. La decisión es sencilla. Comerse la fruta. Olvidarse del tiempo.
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