Proto-teoría de la sensación del buen beso.
"Cuando te besan sientes el possf...!"
Oliveros César Danielle en Facebook
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Así comenzó este teórico 31 de diciembre con la frase de César, abriendo con la sonrisa de más de una persona o el (des)agradado recuerdo del beso. Nadie se puede negar a esa frase, y menos mi persona que quiere desea hacer lógica de lo que no tiene lógica: un beso. Pero como siempre le agrego a la vida: ¿hay alguien que debe hacerle sentido a lo que no tiene sentido, no? ¿Un beso debe tener razón de ser?
Y esa "razón" de ser se halla en el possf. Muchos presumen de este possf como el aleteo de mariposas, como la erección del alma, como la gelatina en el estómago, como la exhalación después de besar. Algo tiene ese beso tan distinto al beso de mamá, al beso de papá, al beso de mi amiga, incluso al beso de mi pana, cuate, compiche, cuasi-amigüito. En definitiva, ese beso tiene un possf que no se lo quita nadie.
El possf tiene un sentido mas no un dueño. El possf viene de mí pero incentivado por el otro. Ese otro no me da ese possf, por lo que sus labios son un móvil exquisito para incentivar un verdadero possf en mí. El possf tiene autonomía, se rige, se norma y se despierta cuando le es propicio, le conviene y le es legítimo despertar su poder y sus cualidades sensoriales en el cuerpo de quien lo vive.
La sensualidad del possf es única, no la siente el otro, la siento yo. El possf me seduce a mí, me cautiva a mí, me hace entender que él existe para mí y que el possf mismo -como entidad propia en mí- me hará revolcarme ante el otro. Y posiblemente, este otro esté disfrutando su propio possf, de su erotización con su possf, y por ende, de su propio revolcón con el possf.
Sin embargo, lo complicado y complejo de este asunto es el hecho de dos possf juntos por medio de dos cuerpos juntos, ya sea que estén delicadamente juntos o delicadamente separados, o intensamente juntos o separados. Sea cual sea el contexto, el ambiente y el caso, el beso es un veneno o un elixir determinante para la ebullición de estos possf hirvientes en los cuerpos de los amantes, de los enamorados o de los extraños.
El bien pensador de este asunto, Oliveros César Danielle, exclama que cuando te besan sientes el possf. A la par que te paralizan cientos de preguntas y doscientas sensaciones al respecto del beso y del possf. Tanto que sientes el possf inmediatamente en alguna parte del cuerpo, del alma o del recuerdo. Más nada se le puede pedir al que bien exclamó su possf. Dejémos que el tiempo nos hable de su propio possf.
Mancerista.