3 may 2025

202° Pasaje

La noción de la distancia y los procedimientos de la mentalidad

Quisiera reflexionar un tanto sobre los procesos personales y particulares que implica la distancia en dos sentidos. El primero es la propia distancia de estar lejos de casa, pero en plena aceptación del en sí, del estar lejos. Sin el peso, sin la nostalgia, solo la alegría que ha sido una decisión pensada y asumida. No es mi familia ni mi tierra a quienes les voy a cargar el peso del quejumbrar, que no les pertenece, o de una nostalgia que nos les compete ni les obliga. La distancia es el viaje perenne.

El segundo, en cambio, es el aprendizaje específico en Asia. Guardar la distancia o guardar "las distancias" solía escuchar cuando hablaban o se referían a mi imprudente proceder corporal, incluso verbal. De repente, dos años después de estar en China, de tanta socialización y corporeización de mi lenguaje, me encuentro con la habilidad aprehendida de guardar silencio, de esperar a lo que habla el otro, de no tocar, no abrazar de primera mano, de guardar la energía, de contener la impulsividad caribeña permanente. Al principio consideré que era represión el hecho de la contención. No obstante, con el transcurrir de los meses, comprendí que son estados internos y de subjetividad propios de las culturas asiáticos, y por qué no, de ciertos grupos sociales minoritarios latinoamericanos y caribeños que no permiten la proximidad.

La distancia me ha permitido escuchar mejor, mesurar la caribeñidad impulsiva, no sé ahora si específico lo caribeño en tanto amor, sol y viento fuerte, pero sí al menos mi rápida e inquieta naturaleza de la no calma. Ahí, como cuando el actor aguarda su salida a escena, contemplando cada espacio y ángulo del escenario, pues es así esta distancia física y emocional. Aguardar ante lo que acontece, a veces fluir con lo que pasa, con lo que me dicen, con los gestos o el silencio con que lo dicen; otras veces, simplemente estar atento observando con el por qué formulado en la mente. También es contener la entrega apasionada latinocaribeña, contener esas ganas de saludar afectuosamente, contener el abrazo, contener la entrega, y dar paso inmediato a la presencia sin contacto, sin roce, solo la instancia de la fisicalidad.

¿Se podrá vivir sin los abrazos? No lo creo, pero se puede volver habitar el mundo sin el mundo al que pertenecía para explorar otro vivir la vida con otras instancias, otros lenguajes y otros gestos. De eso se trata, el conocimiento adquirido y transitado durante estos largos meses en el sur de China. Un volver habitar, un re-explorar otro sitio y otro lugar, un estar y un yo sin yo. ¿Cuesta? Claro que cuesta, tiene su valor y su peso de transformación matérico y espiritual, además de cognitivo y racional, emocional y sentimental. La distancia como campo de conocimiento es un hecho y un proceso, en tanto el primero como acto que acontece y disuade las creencias propias subsumidas en el contexto demandante, y en tanto el segundo como continuo de experiencias secuenciadas, entramadas, por fases de duelo, lucidez, dolor, amor, y perplejidad silenciosa.

He aquí un poco del proceso mental de estos años.

6 feb 2025

201° Pasaje

Ayer mi compañero de habitación, Vladislav, me dijo algo que me estremeció como un gran trueno en un arrecife: ser global es comprender o darte cuenta de que no puedes esperar que el otro te acepte culturalmente; tú simplemente sé, el otro jamás lo va a entender. 
Incluso, si te ama, no lo aceptará, o como mínimo ni lo entenderá.

No sé si llamarle diferencia cultural, o especificidad cultural. Pero ser latino es de una profunda sentimentalidad, emocionalidad, de un profundo sentir, de un devenir entre el corazón y la razón en el que el primero es un océano molesto e iracundo y el segundo un arrecife rocoso impoluto.

No quise ni sabía qué es ser global. De vaina sé que es latino, o al menos latinoamericanista. Porque de venezolano me queda un silencio inmenso por el respeto a millones de hermanas y hermanos. Ser global, es como la ciudadanía trans-nacional de la que tanto me hablaba mi hermano ecuatoriano transnacional Juan Martín: eres de aquí, eres de allá y no eres de ningún lugar, sino del planeta mismo en su inmensidad. En términos de Maca García, eres una extensión del destierro, el inxilio y el dolor silencioso, la alegría de compartir lo tuyo. 

Ni idea si ser global viene de globalización, solo sé que ser global lo miro desde los ojos del que huye, del que escapa, del que migra, del que se moviliza de la zona de no paz. La globalización es un relato irrelevante y degastado, pero la subjetividad global tiene algo de sentido misterioso que acontece en las carnes de la corporalidad. Algo en el que se nos he sometido si aceptas el reto de estar fuera de la zona conocida.

La globalidad es estar desnudo ante el otro y su inmensidad cultural: ¿entonces renuncio a lo que soy para ser el otro en su inmensidad y qué hago con todo lo grabado por mi tierra materna tanto en mi piel como en mi psique? ¿Entonces rechazo la nutrición de la culturalidad del otro y me mantengo firme encerrado en mi otredad impermeable? ¿O elijo la batalla deliciosa de sandías, durianes y omelettes que habita en mí? ¡Qué difícil tarea y empresa la que se me ha encomendado al amarte!

Amarte ha sido un acto honorable pero también una batalla fútil con mis temores, a mayor certeza, mayor ganancia. ¿Qué más se puede perder si siempre ha sido ganancia el hecho de abandonar el temor o de simplemente reconocer que el temor es una instancia mortal que nos acompaña como mortales?

Vuelvo a este texto tres meses después y me hallo en mí con más experiencia, con más sorpresa y con más dulzura de tus abrazos y cuidados. Vaivenes y una relación especial, llena de bromas, de ausencias, llena de esfuerzos, y muchas risas, acuerdos, puntos y bordes. He hecho mía tu cultura, mi selva y mi playa las haz hecho tuyas. 

Ese desquicio de finales de noviembre sobre la pregunta de lo otro en su otredad cultural y el acto de ser en tanto ser como se es, me ha hecho llegar hasta acá. Hasta la primavera de principios de febrero cuando se abren los ciruelos fascinantes que me hacen llorar. El alma me vuelve ante el sollozo alegre por la belleza del renacer de los árboles del jardín de Guilin. Mi madre vuelve a mí, nah, soy yo mismo quien vuelve a los brazos de mamá.

Detengo este texto. Abramos otro.



Escrito entre el 24 de noviembre de 2024 al mediodía hasta al atardecer del 6 de febrero de 2025, en Nanjing.