Polvo eres, polvo me tienes
Así se marca el verso de un hombre sobre otro hombre, en el que acuerdan herirse uno al otro.
Para grabarse la piel de un hombre se requiere mucha paciencia, sonrisa y ternura,
pero también sagacidad feminista.
Hay que conocernos nuestras heridas, la falta, el polvo como ausencia
me tienes en el instante del acuerdo, de la amistad
el vaivén de tu tiempo
mi espacio cómodo de la espera
mientras pueda terminar estas tesis que me complica "la realidad"
a mi suerte, he vivido de ti y de tu polvo la dicha del pacto masculino
esa condición abierta,
fraternal
amorosa
fogosa
salvaje
íntima
secreta
lasciva
sincera
de pacto, pues
la conversación es un punto de honor
la hospitalidad es vital
la corresponsabilidad es requisito
la sonrisa es el regalo
la mirada silenciosa compartida es el código de ética
así
polvo somos, polvo nos tenemos
así se pacta entre la amistad y el deseo en los tiempos líquidos
de mis veintitodos, casi abriendo los treinta.