País de Trofeos
Segundo misterio
Aquí los hombres nos place mostrar, enunciar, decir, cuántos trofeos nos hemos comido, apropiado, ultrajado, poseído.
Ese hombre aquel es mío, esa mujer es mía, cualquier hueco es trinchera, aquel ojete, ese culo es mío, mi jeva, mi jevo. Mi cosa.
Cuando niegas, te niegas, rechazas, simplemente eres libre de decir no, respetuoso y libre, pues la avalancha del castigo ensombrece vuestra existencia. Esto traspasa cualquier cuerpo y subjetividad, tanto de quien se niega como de quien ensombrece la vida de otro.
Al punto nuestro, nosotros, los hombres que elegimos hombres, elegimos trofeos. Los lucimos. Los juntamos, los sumamos, los atrapamos en recuerdos, en objetos, lo hacemos cosas. Y ese país somos. Un país de trofeos.
Ego.
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