Hay tormentos tan permanentes que se vuelven exquisitos y placenteros. Noches enteras despierto esperando la llegada de cualquier muerto, premonición o idea sobre este andar de curiosidades e investigaciones.
El cuerpo se queda despierto atento a todos los detalles del universo, escuchando como crujen los dioses sobre cada pedazo de tierra. Pasan las horas revisando cada duda que se presenta ante sí. Vasos infinitos de agua aclaran la mente y la decisión.
Estas son mis noches enteras que a veces en casa jamás podrán entender. Menos un dulce compañero, que la vida no ha sabido dar, por ahora, diría alguien por ahí.
Quisiera conciliar el sueño y la certeza. Pero la vida es implacable y solo se puede tomar un camino. Certezas que algún día llegará la hora de tomar la siesta y durar un poco más.
Los libros siguen cayendo solos de la biblioteca.
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