Después de la una de la madrugada todo ha cambiado. La sábana, la música, el libro, la noche, el aire, la costumbre de extrañar. Cambia como cambias. Se llora como lloras. En el chinchorro no te ansío ni te recuerdo. Sólo me acuesto a dejar que todo pase. Que pase por debajo y por encima de mi cuerpo, de los ojos. Vaya que mi único acuerdo ha sido estos últimos pasajes hasta que se me agote la paciencia de los dedos. De la masaya al chinchorro y de este al otro. Así me tengo mientras llega el calorcito de amanecer. Pese al solazo, sigue siendo día frío. Me parezco a Quijote. Lucho con estos molinos de placer y con el deseo de escapar de La Mancha. Después de la madrugada soy tan escueto y tan frío como este pasaje. Recuerda leer tus pasajes. Por lo menos, ellos hablarán por mí.
Acuéstate a dormir y no llores a solas.
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