Con ansiedad entre las costillas las manos palidecen. Es hora de pensar en sus horas. Cuerpo tibio que admira esta ansiedad. Bebes, toses, no te cansas. Ansías, palideces. Espera angustia mia a que caiga la tarde. Y luego, tomamos el café, el sorbo de siempre. En el cuello. Estas costillas duelen, pero aligeran. Aligeran el deseo.
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