Escena X
HAMLET solo
HAMLET.- Cuantos accidentes ocurren, todos me acusan, excitando a la venganza mi adormecido aliento. ¿Qué es el hombre que funda su mayor felicidad, y emplea todo su tiempo solo en dormir y alimentarse? Es un bruto y no más. No. Aquél que nos formó dotados de tan extenso conocimiento que con él podemos ver lo pasado y futuro, no nos dio ciertamente esta facultad, esta razón divina, para que estuviera en nosotros sin uso y torpe. Sea, pues, brutal negligencia, sea tímido escrúpulo que no se atreve a penetrar los casos venideros (proceder en que hay más parte de cobardía que de prudencia), yo no sé para qué existo, diciendo siempre: tal cosa debo hacer; puesto que hay en mí suficiente razón, voluntad, fuerza y medios para ejecutarla. Por todas partes halló ejemplos grandes que me estimulan. Prueba es bastante ese fuerte y numeroso ejército, conducido por un Príncipe joven y delicado, cuyo espíritu impelido de ambición generosa desprecia la incertidumbre de los sucesos, y expone su existencia frágil y mortal a los golpes de la fortuna a la muerte, a los peligros más terribles, y todo por un objeto de tan leve interés. El ser grande no consiste, por cierto, en obrar sólo cuando ocurre un gran motivo; sino en saber hallar una razón plausible de contienda, aunque sea pequeña la causa; cuando se trata de adquirir honor. ¿Cómo, pues, permanezco yo en ocio indigno, muerto mi padre alevosamente, mi madre envilecida... estímulos capaces de excitar mi razón y mi ardimiento, que yacen dormidos? Mientras para vergüenza mía veo la destrucción inmediata de veinte mil hombres, que por un capricho, por una estéril gloria van al sepulcro como a sus lechos, combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de comprender, por un terreno que aún no es suficiente sepultura a tantos cadáveres. ¡Oh! De hoy más, o no existirá en mi fantasía idea ninguna, o cuántas forme serán sangrientas.
William Shakespeare
27 feb 2009
2 feb 2009
Pasaje 21°
III (FRAGMENTO)
"Creo que he escrito ya en mis notas que el amor se asemejaba mucho a una tortura o a una operación quirúrgica. Pero esta idea se puede desarrollar de la manera más amarga. Aun cuando ambos amantes estén muy enamorados y muy llenos de deseos recíprocos, uno de los dos estará siempre más tranquilo o menos poseído que el otro. Este o aquélla, es el operador, o el verdugo; el otro, es el sujeto, la víctima. ¿Escucháis esos suspiros preludios de una tragedia de deshonor, esos gemidos, esos gritos, esos estertores? ¿Quién no los ha proferido, quién no los ha arrancado irresistiblemente? ¿Y qué encontráis de peor en el tormento aplicado por escrupulosos sayones? Esos ojos revueltos de sonámbulo, esos miembros cuyos músculos saltan o se contraen como bajo la acción de una pila galvánica; la embriaguez, el delirio, el opio, en sus más furiosos aspectos, no os darán por cierto nada tan espantoso ni tan curiosos ejemplos. Y el rostro humano, que Ovidio creía formado para reflejar los astros, helo ahí que sólo habla por medio de una expresión de loca ferocidad, o que se sosiega en una especie de muerte. Porque, en verdad, creería cometer un sacrilegio aplicando la palabra: éxtasis, a ese género de descomposición."
De Cohetes
Por CHARLES BAUDELAIRE
"Creo que he escrito ya en mis notas que el amor se asemejaba mucho a una tortura o a una operación quirúrgica. Pero esta idea se puede desarrollar de la manera más amarga. Aun cuando ambos amantes estén muy enamorados y muy llenos de deseos recíprocos, uno de los dos estará siempre más tranquilo o menos poseído que el otro. Este o aquélla, es el operador, o el verdugo; el otro, es el sujeto, la víctima. ¿Escucháis esos suspiros preludios de una tragedia de deshonor, esos gemidos, esos gritos, esos estertores? ¿Quién no los ha proferido, quién no los ha arrancado irresistiblemente? ¿Y qué encontráis de peor en el tormento aplicado por escrupulosos sayones? Esos ojos revueltos de sonámbulo, esos miembros cuyos músculos saltan o se contraen como bajo la acción de una pila galvánica; la embriaguez, el delirio, el opio, en sus más furiosos aspectos, no os darán por cierto nada tan espantoso ni tan curiosos ejemplos. Y el rostro humano, que Ovidio creía formado para reflejar los astros, helo ahí que sólo habla por medio de una expresión de loca ferocidad, o que se sosiega en una especie de muerte. Porque, en verdad, creería cometer un sacrilegio aplicando la palabra: éxtasis, a ese género de descomposición."
De Cohetes
Por CHARLES BAUDELAIRE
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