18 ene 2011

114° Pasaje

La almohada

Me recosté sobre la almohada después de leer sobre pedagogía durante 18 horas continuas, y cuando pude exhalar, vi tus ojos. Ahí, sonrientes.

La pesadumbre de tu nombre me ha dejado una maraña de cabellos aún por arreglar. Ando tan, pero tan masculino, que perdí el orden de las cosas como las tenía planificada para esta semana. He pedido la ayuda de varias manos de amigas y conocidos para que esta semana tenga un sentido académico y laboral, porque sentido artístico no tendrá.

No tendrá sentido artístico hasta que no pueda sonreír bien. Bendito accidente de la tristeza. Medio me puedo reír al saludar, y de vaina. No lo deseo a nadie que viva un accidente de la tristeza, porque siempre saldrán tórtolos heridos en silencio y confundidos. Tengo el páncreas entristecido y me veo pálido por falta de azúcar. Ni hablar de la espalda. No me duele, me arde.

Tomo un vaso de agua y te veo por encima de mi nariz. No puedo hacer nada con esto. O sí, pero no quiero incomodar más tu tiempo, de lo que ya incomodo con mi silencio. Me está creciendo la barba y recuerdo la tuya. Esa que nunca se oculta. Esa que acompaña la voz. Esa que viene con el friíto de un martes de Caracas. Silencio, ya vamos para una semana.

Flores quiero debajo de mi espalda, como sábana ópaca, turbia y seductora. Flores que sepan abrazar cuando estoy a punto de dormir. Sí, esas flores que trajiste.

Y así, a los pocos minutos, me dormía con mi biberón, sí, los poemas de Rimbaud.

Luis, el otro neno

16 ene 2011

113° Pasaje

Una confusión que no tiene precio

Y así me levanté hoy, con los oídos inflamados, con la sonrisa de una buena madrugada y con un brazo a punto de desencajarse de su cuerpo. El cabello grasoso, el sudor de cigarillos -que nunca fumé- y las piernas ardiendo en placer, así de alegre estaba, así de alegre me dejó la madrugada. No supe de la hora hasta el momento en que recordé la cita con el guionista, llamado Daniel. Y desde luego, como un plomo en la cabeza, no me cayó la resaca, sino el mensaje de texto de un señorito. Este día fue el peor.

Comencé el medio día con una tensa -pero victoriosa- conversación con mamá sobre la relación de la beauvoireana con su artista. Esto fue un presagio y no lo supe ver. Mamá es un ogro. Mamá parece querer convertirse en un monstruo. Míticamente, no la dejaré. Ahora bien, volviendo al presagio, supe que algo pasaba. Llegando a la habitación, lo olí. Aquel teléfono móvil se purgaba de mensajes presagiadores de una confunsión.

Él, el señorito, tenso, musculosamente tenso, aguardando con una leve y extraña "sonrisa", peleó conmigo la deuda que no me correspondía. A lo mejor, sí. A lo mejor que menos de un sí. Pero fue así, peleamos, peleamos, discutimos, exposiciones de motivos y huidas en silencio. Odié su partida en silencio. Sí, detesto la huida masculina en silencio. Sí, detesto el perfume masculino cuando se va sin mi permiso.

A todas cuentas, por ende, en resumen, escojan una de las anteriores. Estuve halándome hasta la sonrisa para comprender, pero no comprendía, me agarró fuera de base y me eliminaron del Round Robin. A fin de cuentas, quería ver tu sonrisa otra vez, olerte a 30cm y seguir escuchando la rima de tu voz, una rima muy masculina por cierto. Pero ese Round Robin me lo perdí.

No he dormido, no por ti, sino en parte por ti. Esto debido a que la otra parte se la lleva la compu y los libros que leo para la guía turística de mi trabajo de grado de la universidad. Llevo las mismas 18 horas de desvelo de siempre, con la diferencia que éstas son distintas. Tienen sabor a ti. Tiene el sabor del desorden y de la confunsión de una buena pieza dadá.

Esto es una vuelta, lo sé. Dadá o no sea Dadá, es una vuelta. Han pasado las horas y me siento en la misma posición de incertidumbre en que nos dejamos. Ya va a amanecer a las 5 con 30, hora de Venezuela. El reloj-clocloc de papá ya sonó. Apenas lo escuché con mis oídos inflamados, con mis ansias de té y con las densas montañas de libros ocultando mi ingenuidad.

No soy víctima, pero aposté a un encuentro que no tiene precio.

Sí, AF. Para ti.
Luis, el neno

6 ene 2011

112° Pasaje

Un o Una artista sabe babear al contemplar unas buenas y hermosas manos para pintar, esculpir, dramatizar, o simplemente, desear.
Mancerista

Pd.: tweet #2666.

111° Pasaje

No me des amor que no existe, no me des placer que no existe, dame sonrisas, orgasmos y unos copas de vino que sí existen.
Mancerista

Pd.: tweet #2664.

4 ene 2011

110° Pasaje

El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.

Jorge Bucay