28 jun 2008

10° Pasaje // Al son

Al son de tus dedos coloreo mis manos, como si bien supiera manejar mis recuerdos. Olvido tus manos, me olvido del santo y seña, de ese juego de manos. Ya nos olvidamos del acariciar de nubes. De ese tonto juego del que pertenecemos. De ese tonto instante que solemos llamarle culpa, silencio, culpa.


¿Cuál borrasca nos lleva, nos trae, nos vomita? No lo sé, ni que fuera Dios para responder tal pregunta. Pero hay una sola cosa que no sabes, y es mi presente. Esa tortura que flagela y me da placer. De ese ir y venir que no dice nada y hace mucho. Ahora pruébame, para que sientas cuán áspero y frío estoy hoy día.


Dicen que mi palabra es erótica, dicen que mi palabra es maldita, dicen que mi palabra está condenada, dicen que mi palabra pertenece a un hombre, dicen que mi palabra no es mi palabra, dicen que dicen, dicen que soy, y a fin de cuentas, no dicen nada, no dan con una.


Esa noche fue peligrosa. Tras el baile, tras el vino, tras el perfume, lágrimas, sudor, paciencia, nada, mucho y nada. No le consigo sentido, ni me lo darán. Esa noche dejé la pluma en tu habitación, en ese mundo a media luna, tan vacío es tu cuarto. Ahora siendo responsable de mi caída, espero por mi pluma.


¿Qué te trae a este mundo de mortales, pobre hombre? “Ser libre, señor.” Haz silencio que haces ruido. No hay espacio para terceros, para indignos, para cuerpos sucios. Y a fin, no hay espacio para libertad alguna. No la pienses, no la veles. Despídete ya de tu cuerpo, que vuestro cuello espera.


Palabrotas pronuncia tu placer, palabras pronuncia tu cuerpo. Desdibújate, hazte sábana, que el silencio baila por nosotros, penitentes de esta vida. Tus andanzas ya no valen nada, arrodíllate, recibe este amor, que nadie puede decir nada. Dile a tu alma que se calle, que haga silencio, que perturba la mía.


Noche bendita, vocifera mi perro. Grita, aúlla, ladra, se transforma en algo. Perro no te agites, no te alarmes. Quédate allí. Que él no hace nada, él no se mueve, no respira, no siente, sólo quiere de nosotros. Él se quedará en esa esquina, silencioso, sólo nosotros, querido dog, podemos verlo. So.


Cansado de este silencio, me canso de mí. Me tomo un baño caliente y me quedo tres horas bajo la ducha. Pensando en ti, en tu cuerpo, en esa distancia que nos aleja. Te dije una vez: “tú allá y yo aquí”. Ahora me arrepiento. Me arrepiento de este destierro que impuso el destino.


Suelo hablar con la lluvia que cae sobre mi rostro, pero ahora, no lo hago. Me da nostalgia. Me toman los celos, me hacen el amor, lucho con ellos. Es un asunto de violencia. Mi sangre, la que sale de mi boca, me lava el pecho y el corazón se relaja, se toma un instante. Respira para regresar a la lluvia que cae.


¿Qué pasa, amante? ¿Le temes a mis manos y a mi silencio? No te detengas, no hagas pausas en esta respiración. He crecido, estoy a la altura de tu voz. Puedes domarme, pero aprendí del buen oficio. Puedes gritarme, pero tranquilo. Nos vemos en la oscuridad, o en cualquier rincón, y conversamos.

22 jun 2008

8° Pasaje

No pido paz en la voz, pido la guerra, la lucha armada, de palabras en la voz.

7° Pasaje

“Seguir la vida mejor, no la más agradable, de modo que el placer no sea el guía, sino el compañero de la voluntad recta y buena. Pues es la naturaleza quien tiene que guiarnos; la razón la observa y la consulta. Si conservamos con cuidado y sin temor nuestras dotes corporales y nuestras aptitudes naturales, como bienes fugaces y dados para un día, si no sufrimos su servidumbre y no nos dominan las cosas externas; si los placeres fortuitos del cuerpo tienen para nosotros el mismo puesto que en campaña los auxiliares y las tropas ligeras (sirven para servir, no mandar).”

Lucio Anneo Séneca

19 jun 2008

6° Pasaje

Un hombre cercano a mí, pregunta por el significado, por el valor del escribir. Y más allá, pregunta de nuevo, como llevado por la intriga, si no basta con sólo vivir lo que ya ha sido escrito.


Compañero, todavía no ha entendido el tormento de quien escribe. De ese hombre o mujer que se postra ante un papel para no decir nada y 'tratar' de congelar, casi todo, en ese mismo papel. Se dice que no hay valor en la palabra, en lo dicho del escribir, porque es nada y su valor es casi nulo. ¡Pero qué placer es estar postrado ante un papel si el vivir no te da ni una miserable gracia de aire!


Y si nos dicen los enfermos, porque es un tormento no reconocer que sólo basta con vivir, pues bien dicho está el apelativo.


Y qué es el escribir, bien preguntas compañero. Pues no sé que responderte porque hace meses que no escribo, ya que distraído en vagos sentimientos me percaté que dejé mi pluma en bolsillo ajeno. Pero me queda un recuerda sobre aquello, el escribir:


Sólo es posible escribir en cuanto sea posible dejar de vivir. Cuando sea posible vivir, allá recuerdos que sólo mantendrán el escribir, si pueden.


Escribir, compañero, no es una pena ni una condena, es algo que nadie entiende. Y le pregunto, ¿me hice entender?


Espero haber dado respuesta.


Saludo

15 jun 2008

Pasaje 5°

Un cuerpo autodidacta

Nos preguntamos por las cosas, por esas que no se acaban nunca. El cuerpo, es una de esas cosas. Nos pensamos, rodeamos, nos ingerimos como el café. Y basta no hallar una respuesta para echar un vistazo a otro cuerpo y entender (buscar, como quieran), de nuevo, esa respuesta. Sin embargo, la pregunta se hace más tediosa y asquerosa cuando no hallamos nada en ese otro cuerpo. Sin ropas sin palabras, el cuerpo no lo desarmamos. Nos desarmamos, damos de baja nuestra paciencia.
Instalados en nuestro cuerpo o en el cuerpo del otro, hallamos respuestas superfluas, casi invisibles. Imperceptibles a la luz artificial. Casi visibles a la luz del mediodía. Sin embargo, instalados, casi apoltronados, seguimos en silencio o con palobrotas intentado calmar la violencia de nuestros preguntas sobre el cuerpo. Me dieron cuerpo, me hicieron cuerpo, me han hecho cuerpo. Qué necesidad habrá de saberlo.
"El cuerpo se mide con los pies", "el cuerpo se destruye con las manos", "el cuerpo es nuestra soledad", "el cuerpo es el castigo", "el cuerpo es el medio", "el cuerpo es el templo", "el cuerpo son pensamientos", "el cuerpo es silencio", "el cuerpo es cuerpo", "el cuerpo es y será cuerpo, más nada". ¿Y para usted qué es el cuerpo? ¿Qué es ese lugar, ese sótano, esa demencia?
Basta dos vinos, dos cervezas, dos tragos extraños y... no me acuerdo que hizo mi cuerpo. Y, entonces, preguntamos, a lo estoico: ¿Ja, qué hice con mi cuerpo? ¿Qué ha hecho él conmigo?
Absoluto silencio.